sábado, 10 de septiembre de 2011

Las sociedades del consumo...

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Ana Giorgana
Calidad de vida emocional
Las sociedades de consumo como su nombre lo indica se encuentran orientadas a gastar y también a malgastar. No sólo en el sentido de cambiar dinero por alguna mercancía o servicio, también a dilapidar el tiempo, la creatividad, el no hacer nada y consumir los días y las noches en algunas personas, en nada orientado hacia situaciones de bienestar reales.


En lo referente a este punto observamos los especialistas que a mayor consumo y situaciones de bienestar, de “falsa realización” que ofrecen los medios de comunicación, la publicidad y las cuestiones materiales, cada día llegan más personas a las consultas y asesorías con vidas caóticas y sin un sentido orientado una definición clara de su vida.
Por ejemplo podemos observar como una gran cantidad de casas de juegos han proliferado, si bien, son lugares de esparcimiento para divertirse, relajarse un poco y existen personas que pasan sus días y noches consumiendo el tiempo en esas actividades que más allá de darles a sus horas una orientación, se convierte en un pasar el tiempo y que de pronto se transforma en una fuerte adicción.

De hecho, todo aquél que no tenga las posibilidades del consumo como tal, no sólo para proveerse de lo necesario, sino también de lo que desea o anhela, padece algún tipo de depresión o frustración por no generar lo suficiente ante la escalada de demandas que esta sociedad plantea.
En términos de la era multimedia y de celulares, en cada momento se requiere de que se agote el plan que hemos contratado y después adquirir un celular más nuevo que nos permita tener todas las funciones disponibles más internet, aunque muchos no sabemos ni cómo usarlo.
Los jóvenes por ejemplo, malgastan su tiempo y atención en conversaciones irrelevantes con los chats integrados a los celulares, es decir, cada vez conviven menos con los cercanos y están más cerca de los lejanos. Las conversaciones a mi modo de ver son intrascendentes en el sentido de la construcción de una vida productiva. Están más bien en función de sentirse conectados con todos los amigos que requieren en el momento presente. No se dan cuenta que esa forma de atención fraccionada no les permite ni convivir con el de enfrente, ni estar al cien en sus actividades.
En fin, es una forma de consumismo juvenil que tiene otra forma de convivencia pero que es una explotación de una necesidad que está cobrando una penetración impactante en la vida de los jóvenes. Nadie lleva la cabeza en el alto ni el camión, ni en los cafés, ni en los parques, no importa la clase social, están siempre con los ojos en un aparato listos para leer: chistes, puntadas, un sinfín de "Ok", luego música y así pasan sus días y sus noches, porque es cierto, no pueden dormir sin el aparato junto a ellos, pareciera que un asunto de seguridad nacional les va a ser consultado en cualquier momento de la noche.
Las sociedades del consumo cuentan con una gran cantidad de productos y servicios que “tienen que tener”, no pueden prescindir de ellos, el deseo, las ganas y el bombardeo de los medios de comunicación se vuelve dramático para orientar a las personas a esa acción.
Compulsivamente las personas necesitan consumir no sólo lo necesario, también lo que no requieren. El cine mismo se ha vuelto una forma de absorver el tiempo de las personas, tenemos que estar enterados de las películas que se proyectan en la pantalla. Esta muy bien, es parte de la vida de hoy, pero todo lo que existe alrededor de una salida al cine es de llamar la atención. Por supuesto que el negocio de esos espectáculos no está en las entradas para ver el celuloide, sino en lo que la dulcería y todo tipo de comida ofrecen. Ahora para estar mejor ya podemos disponer de bebidas alcohólicas y de salas VIP para “gente bonita” con sillones mejores equipados y poder degustar de alimentos más exclusivos en esos lugares.
Es sólo una forma de señalar como hemos ido transformando las diversiones en un consumismo rampante para divertirnos. Los adultos les mostramos a los niños y a los jóvenes cómo le hacemos y ellos van tomando esos modelos, según sea nuestra capacidad de consumo para orientarlos en el sentido de lo que pueden y no pueden obtener. Sin embargo, algunos padres, incluso se quedan sin nada de dinero hacia fin de mes, con tal de que sus hijos tengan: tenis de marca, celulares más costosos, coches mejores, escuelas dignas, etcétera.
Dentro de esta línea, las comunidades educativas también han entrado en este juego, no sólo ofrecen educación, también venden los uniformes, los lápices, el cuaderno especial de ortografía, las loncheras, los zapatos y el uniforme de deportes, como si eso, estuviera acorde con su calidad educativa. ¿No le parece una aberración del consumo?
Todo en esta sociedad es consumo. Todo requiere un gasto. Sociedades de consumo que no sólo acaban con lo que tienen que tener, sino también con el medio ambiente necesitamos más agua, más madera, más acero, más, más, más. Claro, porque cada día somos un número mayor de personas que requerimos de productos y servicios.
Y como cada día necesitamos orientarnos también a las condiciones de salud, las farmacéuticas no escapan a estas formas grotescas de llevar a las personas al consumo. Toda la programación nocturna se encuentra dirigida o bien a anuncios que tienen que ver con el mejor rendimiento sexual y de placer o hacia medicamentos, que todos sabemos, son un paliativo frente a los padecimientos crónicos que en realidad no tienen cura, sino que son sólo calmantes para disminuir la sintomatología, en padecimientos directamente relacionados con situaciones estresantes, como son: migraña, dolores de cabeza, hemorroides, colitis, gastritis y una gran cantidad de ellas que terminadas en itis.
El problema no es el consumo en sí, todos requerimos de una serie de productos y servicios para contar con una vida digna. El acento está en que la gran mayoría de las personas no reflexionan acerca de sus pautas de consumo. Creen que necesitan determinados productos que en realidad nada tienen que ver con sus necesidades apremiantes.
Por supuesto que no podemos dejar de pertenecer a esta sociedad que nos lleva más al impulso que a la reflexión.
Yo le invito a que medite sobre sus hábitos de consumo en lo que sea y se dará cuenta que no todo lo que obtiene lo lleva a una mejor calidad de vida.
Gracias por leerme, mi misión es la calidad de vida emocional y su impacto en lo social.
cecreto52@gmail.com