martes, 9 de agosto de 2011

Vivimos en automático...

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Ana Giorgana

Todos los días estamos inmersos en una rutina que nos lleva a tomar decisiones, aunque no estemos conscientes de ellas, de manera mecánica.
Hacemos las mismas cosas, una y otra vez, así sin más ni más.
Cuando las personas llegan a los cursos, talleres o a la psicoterapia, y se le hace la pregunta obligada acerca de sus acciones: ¿Para qué lo hace?
Simplemente no sabe qué contestar. Parece una pregunta fuera de lugar.
Porque todo el mundo lo hace. Porque así se espera que vivamos en una sociedad como la nuestra. Porque eso es lo que tenemos que hacer. Y sí, evidentemente, tenemos que cumplir con ciertas actividades, pero no porque todo mundo las realice, sino porque son de nuestro interés.
Pero mi pregunta se encuentra centrada en ese algo más que nos exige la sociedad. Para qué hacemos lo que hacemos, cuando lo hacemos y en el momento en qué lo hacemos?

En este sentido, las quejas van y vienen en la consulta. Me quedo en este trabajo porque no existen otras oportunidades. Me mantengo en una relación que se que es destructiva, pero es que ya son muchos años. Mejor sigo viviendo de esta manera para no crear conflictos o líos con las personas que están a mí alrededor, aunque Yo, tenga problemas de estrés, gastritis, hipertensión, depresión o fatiga crónica.
El hombre dice, Thoreau: “vive su vida en una angustiosa desesperación callada”, conformándose por sus condiciones y lamentando su situación. Y más adelante, agrega:
“lo que un hombre piensa de sí mismo, es lo que lo determina, o mejor dicho, indica su destino”.
Por tanto, el vivir en automático es totalmente contrario a lo que plantea este autor. El hombre tiene vive de acuerdo a sus pensamientos.
Si tomamos en cuenta que las sociedades modernas nos obligan a la acción y no a la reflexión, podemos comprender, el por qué, tantas existencias se sienten impotentes y carentes de influir en su propia circunstancias.
El hombre de hoy, es poco reflexivo de sí mismo. Se lanzan a las acciones sin saber para qué, no se detienen un momento a razonar sobre su propio valor. Por el contario, se conforman con vidas mediocres porque sus pensamientos son limitados.
No pueden esperar más de sí mismos. Quién espera poco de sí, da poco, se esfuerza poco y recibe, por supuesto migajas. Quién se lanza a la vida desde una certeza en sus propias capacidades, potencialidades y valor personal, entonces, sus pensamientos serán de grandeza.
Y cuando hablo de grandeza no me refiero a grandes logros. Me refiero a la grandeza de aportar toda la potencialidad detenida en su interior. Por miedo, depresión, un bajo concepto de sí mismo, cansancio. Y como dice el filósofo: una angustiosa desesperación.
Es mejor entonces vivir como autómatas y no pensar. Meditar sobre uno mismo no es una tarea fácil. Discurrir y razonar acerca de cuánto hemos perdido el tiempo y cómo podemos darle a la vuelta nos confronta con la pereza, el conformismo y la dilación. Dejarlo todo para después, el divino arte de postergar. Vivir en automático es lo mejor.
El cambio en los pensamientos es un gran desafío. La psicología positiva habla sobre este fenómeno. El hombre marca su trayectoria en la vida según piensa de sí mismo. Para empezar pocos de nosotros leemos y nos comprometemos con el cambio. Estamos expuestos a lo que dicte el día.
La gran mayoría no tiene objetivos claros, poderosos que lo motiven en la vida. Se conforman con reaccionar, correr de un lado a otro, apagar pequeños incendios todos los días y un desgaste emocional que no logra liberarlos de su condición de acciones limitadas.
Esperar un cambio en la vida, haciendo lo mismo, es un absurdo. Lo primero que necesitamos cambiar son los pensamientos. Y entonces, uno ve seres humanos, que tienen grandes limitaciones físicas, económicas, carencias emocionales, vidas accidentadas, y de pronto, resurgen y cuentan con una gran fuerza de voluntad llevando a cabo acciones grandiosas para su existencia.
Para no ir muy lejos y poner casos extremos, se encuentran las Olimpiadas de las personas con capacidades diferentes, a pesar de sus limitaciones, deciden que pueden y logran sus batallas, sus triunfos y sus éxitos.
Cuando observo a esas personas, al menos a mí, me confrontan con mis logros, con mis objetivos. Y cobro conciencia de cuánto he desperdiciado mis potencialidades, mis pensamientos, cómo los miedos limitan y también, considero que no ha sido tarea fácil para ellos, pero se requiere de una creencia interna y potencia interior para llevar a cabo ese tipo de acciones.
Vivir en automático nos aleja de los retos. Nos distrae de nuestros objetivos. Realizamos acciones que no aportan un valor intrínseco a lo que deseamos. Así recuerdo como las personas quieren una cosa y hacen todo lo posible para no tenerlo. Desean vivir en armonía con sus familiares, pero todo el tiempo que están juntos, los critican, los regañan, les gritan y después exigen respeto y convivencia. ¿O sea, cómo?
Ese es solo un ejemplo de lo que sucede cuando las acciones son automáticas. No hay reflexión y una meditación concienzuda hacia dónde queremos ir. Nos perdemos. Y al final del día, nos sentimos con una vida desperdiciada y llenos de tedio.
Todos los grandes autores hablan sobre el poder del pensamiento y cómo con solo cambiar estos pensamientos, podemos alterar la realidad de nuestros días. Claro que es un reto muy ambicioso. Dejar de lado la queja, la dilación, las justificaciones, no es una tarea fácil.
Además de que contamos con los cercanos que están siempre muy atentos de decirnos que somos unos soñadores. Están muy atentos de demostrarnos todas las formas de cómo no es posible lograrlo. Y el dinero, y la competencia, y los impuestos, etcétera.
Y así mejor volvemos a las acciones automáticas entregando nuestros objetivos a los temores, a lo que los otros piensan, y empezar la rutina de nueva cuenta.
Pero si las personas no están logrando lo que quieren de sus vidas. Será mejor que inicien por una acción muy sencilla:
¿Qué piensan de sí mismos?
¿Cuáles son sus pensamientos dominantes?
Entonces, comprenderá cómo es que se encuentra en el lugar que le corresponde en sus propias circunstancias. Lo más fácil es lanzarse de nuevo a vivir en automático, y está bien, si eso es lo que usted decide en su existencia.
Hoy en día, existen un sinfín de herramientas para el logro de objetivos, el Coaching, la psicoterapia, los grupos de emprendedores. Solo tiene que dar un paso más para ello, si es que no puede lograrlo solo. Los recursos están ahí, solo es cuestión de decidir qué quiere y cómo puede lograrlo.
Gracias por leerme, mi misión es la calidad de vida emocional y su impacto en lo social.

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